El cambio climático es uno de los grandes retos a los que se enfrentan las sociedades actuales y para intentar frenarlo nos encontramos inmersos en la denominada “transición energética”, que no solo implica un cambio energético como su nombre indica, sino que lleva aparejada una transformación completa, incluida una descarbonización de la economía, ya que implica cambios en las infraestructuras, en materia laboral, financiera, regulación… y en la producción y uso de algunas materias primas que están llamadas a desempeñar un papel clave.

El cambio climático, según Naciones Unidas1, se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Modificaciones que, desde el siglo XIX, han estado motivadas por las actividades humanas debido a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. Como resultado, “la temperatura de la Tierra es ahora 1,1 °C más elevada que a finales del siglo XIX y las consecuencias del cambio climático incluyen, entre otras, sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad”.

Ante esta situación, muchos países se han comprometido a cumplir el Acuerdo de París2 alcanzado en 2015, cuyo objetivo es limitar el calentamiento mundial por debajo de 2 C, preferiblemente a 1,5 ºC, en comparación con los niveles preindustriales. Para cumplir esta meta es necesario llevar a cabo la denominada transición energética, que permitirá alcanzar una economía de cero emisiones netas en 2050, lo que implica un cambio sustancial y afecta a diversos sectores e industrias.

Por ejemplo, en materia regulatoria, a nivel europeo está vigente el Pacto Verde Europeo, (Green Deal)3, una estrategia de crecimiento aprobada a finales de 2019 que tiene como objetivo modernizar la economía europea para adaptar las políticas de la UE en materia de clima, energía, transporte y fiscalidad con el fin de reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos un 55 % de aquí a 2030. Asimismo, el sector financiero –que juega un papel clave como financiador de la transición energética– también se ve afectado por los riesgos derivados del cambio climático4 y está adoptando medidas en este sentido. Por ejemplo, el Banco Central Europeo ha decidido incluir dichos riesgos en sus decisiones de política monetaria5 y, entre otros aspectos, se ha marcado el objetivo de descarbonizar sus posiciones en bonos corporativos inclinándose en sus nuevas inversiones por emisores con mejor comportamiento climático.

Oportunidad de inversión

Tampoco hay que olvidar los productos financieros sostenibles, ya que los inversores cada vez demandan más que sus inversiones tengan un impacto positivo, más allá del cambio climático. No en vano, el impulso de las políticas gubernamentales para impulsar la transición energética y la inversión que los gobiernos tendrán que realizar supone una oportunidad para los inversores.

Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, se ha aprobado este año la Inflation Reduction Act6, una normativa que, entre otros aspectos, recoge la política del gobierno norteamericano en materia climática y de energías renovables y por la que se destinarán 369.000 millones de dólares a esta partida. Uno de sus objetivos es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en aproximadamente un 40% en 2030 y para ello se contemplan créditos fiscales para las fuentes de energía verdes más tradicionales, como la solar y la eólica, pero también para energía nuclear, almacenamiento de energía e hidrógeno7.

En el caso de Europa, la Comisión Europea ha presentado el Plan REPowerEU8 para acelerar “la transición hacia una energía limpia y reforzar la independencia energética de Europa”, tras la invasión de Rusia a Ucrania. El Plan está dotado de 20.000 millones de euros a nivel comunitario, de los que 2.600 millones serán para España9.

El rol protagonista de las materias primas

Así, a los inversores se les presenta la oportunidad de capturar el potencial derivado estas inversiones, especialmente en sectores como el energético y las materias primas. No en vano, el sector energético será uno de los que sufra la mayor transformación ya que, para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas, será necesario pasar de una energía basada en combustibles fósiles a una centrada en energías limpias y el papel de las materias primas será clave para lograr la “descarbonización y electrificación de la economía, a medida que pasemos de los combustibles fósiles a la generación de energía eólica y solar, a los vehículos eléctricos basados en baterías y celdas de combustible, y a la producción de hidrógeno”, señala un informe de McKinsey10. Entre las commodities que permitirán esta transformación se encuentran, entre otros, el cobre para la electrificación y el níquel para las baterías coches eléctricos; el litio y el cobalto para las baterías, el telurio para los paneles solares y el neodimio para los imanes permanentes utilizados tanto en la generación de energía eólica como en los vehículos. Asimismo, el acero también será clave en tecnologías que requieren infraestructuras adicionales.

También el hidrógeno verde desempeñará un papel principal, aunque en este caso el reto está en su método de extracción11, ya que únicamente tiene un bajo impacto medioambiental si se realiza a través de la electrólisis del agua, con la energía obtenida de fuentes como la eólica y la solar12. El resto de los métodos implican energías fósiles y, por tanto, generan emisiones de CO2, sin embargo, tienen costes económicos menores. No obstante, a pesar de este hecho, la Agencia Internacional de la Energía13 estima que el uso del hidrógeno verde pasará de 300 kilotones en 2020 a 1,2-1,4 toneladas métricas en 2030.

No hay que olvidar tampoco la madera. “La madera no solo es un medio económicamente eficiente de reducir las emisiones de carbono, sino que también puede recuperar la biodiversidad y mejorar la calidad del suelo”, subrayan desde Pictet14. Con la tecnología adecuada, las propiedades de almacenamiento de carbono de la madera se pueden aprovechar en una amplia gama de actividades cotidianas como la construcción, la fabricación textil o el envasado de alimentos. “Además, cada metro cúbico de madera utilizado como sustituto del acero o del aluminio reduce las emisiones de carbono a la atmósfera en 0,9 toneladas de media. E incluso teniendo en cuenta los costes de transformación y transporte de la madera, su huella de carbono es negativa durante todo su ciclo de vida”, explican.

Con este escenario, la transición hacia una economía baja en carbono podría implicar oportunidades para los inversores ya que, según algunos expertos como Robeco15, “Las iniciativas de descarbonización global generarán claros ganadores y perdedores, deparando un entorno propicio para la gestión de activos”. Oportunidades de inversión que podrían estar relacionadas con las materias primas, así como con otras industrias involucradas en una transformación, que necesita de la implicación de todos los actores de la sociedad y que conllevará la transformación de numerosos sectores.


Publicado el 24 de octubre de 2022

1¿Qué es el cambio climático? | Naciones Unidas
2El Acuerdo de París | CMNUCC (unfccc.int)
3Un Pacto Verde Europeo | Comisión Europea (europa.eu)
4Climate change and the ECB (europa.eu)
5ECB takes further steps to incorporate climate change into its monetary policy operations (europa.eu)
6Inflation Reduction Act One Page (senate.gov)
7La ley de protección del clima de Biden: un impulso a la inversión verde en bolsa (lainformacion.com)
8europe_es
9La UE asigna 2.600 millones de euros a España en ayudas directas para acelerar transición ecológica (lavanguardia.com)
10El reto de las materias primas: Cómo el sector metalúrgico y minero estará en el centro de la transición energética | McKinsey
11Hydrogen – Analysis - IEA
12Hidrógeno verde y transición energética | Enel Green Power
13Hydrogen – Analysis - IEA
14Madera: material sostenible inversión sostenible - Pictet Asset Management (am.pictet)
15Oportunidad: Identificar inversiones adecuadas que sean respetuosas con el clima (robeco.com)