Mi primera experiencia con un banco

No hay nada como una mudanza para ordenar papeles en casa. Hace un par de días mi marido, guardando enseres en cajas, me enseñó una hoja con el membrete de Banesto y la firma de mi padre, como apoderado. Cuando la miro con detenimiento me doy cuenta de que se trata de la copia para el cliente del contrato de mi primera cuenta bancaria. Aquello me trajo gratos recuerdos personales y me dio que pensar. Entonces estaba estudiando en la universidad, no necesitaba demasiado dinero y mis gastos los pagaba siempre en efectivo. Sin embargo, poco a poco, entre mis amigos se estaba empezando a generalizar el uso de tarjetas.

Mi primera cuenta fue una cuenta corriente para poder disponer de mi dinero con una tarjeta de débito, en ese momento, una gran desconocida.

Así pues, mi primera cuenta fue una cuenta corriente para poder disponer de mi dinero con la tarjeta de débito. En ese momento no necesitaba nada más porque tampoco tenía una fuente de ingresos con que alimentarla.

¡Ahora, a ahorrar!

Al acabar la universidad, encontrar mi primer trabajo, y todo sea dicho, no tener demasiados gastos, quise empezar a ahorrar. Así pues, me abrí una cuenta de ahorro. Pero, ¿qué diferencia hay entre las dos? Como su propio nombre indica, la cuenta de ahorro sirve para ahorrar. Por tanto, no tiene medios de pago disponibles. Además, permite emitir transferencias para poder disponer del dinero cuando y como quiero, y si además el banco nos da unos pocos intereses, mejor que mejor. De esta forma, ahí dejé el dinero para los gastos habituales y el resto lo fui ingresando en la cuenta de ahorro. ¡Y de ahí no se movía ni un euro! Además, con la comodidad de poder ahorrar a mi ritmo y sacar mi dinero cuando tenía algún imprevisto.

Dividir para vencer (¡y para no gastar de más!)

Pasados los años me casé, y en ese momento todos los recibos de la casa, el gimnasio, la enciclopedia, el préstamo del coche, el de la hipoteca… se cargaban en la cuenta destinada a los gastos corrientes mientras que en la cuenta de ahorro seguía metiendo aquello que no gastábamos en el día a día.

Tengo la sensación de que no ahorraría lo suficiente si lo dejase todo en la cuenta corriente. Por tanto, sigue siendo interesante, en mi opinión, mantener el dinero separado solo por el mero hecho de "no gastarlo".

Al llegar los hijos, los gastos de las guarderías, los colegios, la comida, la ropa, el calzado… cada vez podíamos ahorrar menos. Pero aún así seguí manteniendo el dinero de forma separada en las dos cuentas para no gastármelo. No se por qué, pero tengo la sensación de que no ahorraría lo suficiente si lo dejase todo disponible en esta cuenta. Por tanto, y aun en entornos de tipos de interés a la baja, aunque no se reciban los intereses de antaño, sigue siendo interesante, en mi opinión, mantener el dinero separado solo por el mero hecho de "no gastarlo".

Hoy en día, los bancos ofrecen una gama de productos y servicios mayor a sus clientes, buscando la diversificación del riesgo potencial que se puede asumir, en un entorno de tipos de interés a la baja. De esta forma, el dinerillo que en teoría no voy a necesitar, lo he ido depositando en algún fondo de inversión o en la compra de acciones en bolsa de empresas que pagan "buenos dividendos", como inversión a largo plazo. Sin embargo, el sistema de mantener ambas cuentas y hacer transferencias de dinero entre una y otra según vaya necesitando, sin gastos ni comisiones y en el mismo momento, es una fórmula que me convence. Podría mantener tan solo una cuenta, pero sé que a la larga terminaría gastando más de lo necesario, y por otra parte, creo que gestiono mejor mi dinero si contabilizo los movimientos de mis cuentas por separado.

Y tú, ¿conoces la diferencia entre una cuenta corriente y una cuenta de ahorro? ¿Prefieres tener todo en una única cuenta o dividirlo en cuentas separadas?

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