Inteligencia artificial, el concepto de moda

"Inteligencia artificial" parece el concepto de moda. Tanto es así que la Fundéu RAE la declaró palabra del año en 20221. Un término que no deja indiferente a nadie, a unos les provoca incertidumbre, a otros directamente les asusta, a algunos les resuena a progreso y evolución, mientras que otros dicen que es esperanzador para sectores como la medicina o la cirugía. Y, aunque es cierto que ya hay denuncias por suplantación de personalidad y otros ciberdelitos2, hoy en día es ya una realidad y su avance parece imparable.

Un ejemplo muy claro es la aplicación ChatGPT que teóricamente puede escribir y diseñar casi todo, desde un simple email pasando por una redacción formal para presentar en un juzgado, un trabajo escolar y hasta una tesis doctoral. Y, aunque ya se ha demostrado que no siempre lo hace lo suficientemente bien, ni de forma 100 % fiable, su uso se ha extendido como la pólvora con una capacidad de propagación sin precedentes en todas las esferas: profesional, educativa y hasta en el ocio.

Sin embargo, se ha reaccionado rápido y muy bien para verificar su uso. En el ámbito de la educación, por ejemplo, las plataformas de verificación de plagio ya detectan trabajos escritos con esta tecnología, con lo que al menos por el momento, debemos seguir usando la capacidad de síntesis, relación de ideas e interconexión del cerebro que no tiene nada que envidiarle, y a la que se añaden elementos imprescindibles para la evolución y desarrollo del ser humano como son la voluntad, la decisión, el esfuerzo, el sacrificio y la motivación. En la mayoría de las ocasiones, más importante que el propio resultado plasmado en la obra final. El simple resultado no nos aporta demasiado, en el camino es donde está el auténtico aprendizaje y donde conocemos nuestros límites.

Inteligencia, un término muy amplio y complejo

La definición de "inteligencia" es compleja. Para unos es la capacidad de entender, para otros de razonar, muchos resaltan el elemento lógico y no podemos tampoco olvidar la resolución de problemas. La inteligencia para muchos va más por la capacidad de usar lo aprendido de la mejor forma en cada situación, según Adrian Owen, Catedrático de la Universidad de Cambridge3. Todas las definiciones anteriores son válidas y se complementan. La inteligencia artificial, por tanto, utilizando esas definiciones, vendría a ser todo eso, pero realizado por una máquina que ha aprendido previamente del comportamiento y pensamiento humanos. Es decir, la capacidad intelectual expresada por máquinas. Se ha llegado a demostrar la capacidad de las máquinas para entender el sentimiento humano, pero, obviamente, no pueden sentir.

La inteligencia emocional también es inteligencia

Sin embargo, cada vez más psicólogos, neurólogos, biólogos y científicos, entre ellos Antonio Damasio, uno de los más importantes neurocientíficos de los últimos tiempos, reivindican que el ser humano no es solo lógica, ni razón, ni comprensión. Es mucho más que eso. Es sobre todo lo que la cognición no puede ni explicar, somos pura emoción; una emoción que nos lleva a la decisión, que moviliza, que transforma. En su libro "El error de Descartes"4 destaca el gran papel de las emociones en la conducta y sentimiento de las personas y refrenda que los seres humanos somos un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que nos hacen sentir y actuar de una forma determinada. El denominado "neurólogo de las emociones" afirma que los sentimientos son los auténticos motivadores de la mente.

Somos seres racionales, pero también emocionales, creativos, ilógicos, alógicos. Estas capacidades son las que nos permiten crear, transformar y transformarnos. Son las que nos dan el impulso motivador del cambio. Pero vivimos en un momento histórico donde quizá se hace más evidente la desconexión cuerpo-mente y la falta de escucha de nuestra intuición, nuestra esencia más innata. Un ejemplo claro es la disociación con nuestro cuerpo , cada vez escuchamos menos sus señales, hasta que se transforman en enfermedades físicas y mentales. El cuerpo predice primero y somos poco conscientes de ello.

Puede que nuestro miedo a sentir propicie esa atracción cada vez mayor por la lógica racional y ese interés por el potencial de las máquinas de emular la capacidad de aprender del ser humano. Nos cuesta identificar nuestras emociones, expresar lo que sentimos, abrirnos a sentir, ser conscientes de que no podemos muchas veces comprenderlo, pero debemos aceptarlo, gestionarlo, y ser capaces de graduarlo. Esa habilidad es a lo que Daniel Goleman, precedido por Salovey y Mayer, llama inteligencia emocional5.

Esa inteligencia tan válida y óptima como la del pensamiento, que aprovecha al máximo esa capacidad humana de vivenciar, de sentir fuera del ámbito de la explicación racional, que expresamos a través del cuerpo física y fisiológicamente a través de nuestros sentidos mediante el poder del tacto, de la expresión gestual y facial, más allá de la palabra hablada o escrita.

Minusvaloramos el infinito valor de la intuición: todo eso que no sabemos que sabemos, pero sin duda sabemos y con gran fiabilidad, ya que es nuestro sistema inconsciente quien lo recoge.

En estos tiempos, como en todos los anteriores, entreguémonos al inmenso poder de lo inconsciente, eso que no puede hacer ninguna máquina.


1Inteligencia artificial es la expresión del 2022 para la FundéuRAE
2Los estafadores están clonando voces con IA para hacerse pasar por familiares que piden ayuda económica
3N‐back working memory paradigm: A meta‐analysis of normative functional neuroimaging studies
4Damasio, A. R. (1996). El error de Descartes. Andrés Bello.
5Salovey, P., & Mayer, J. (1990). Inteligencia emocional. Imaginación, conocimiento y personalidad, 9(3), 185-211.

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