Acabamos de cerrar 2022, un año complejo que recordaremos tanto por la alta volatilidad como por la continua incertidumbre vivida en los mercados. Han sido 365 días de tormenta perfecta para la práctica totalidad de activos financieros y, adicionalmente, para los inversores más conservadores que han visto cómo sus posiciones en renta fija sufrían pérdidas sin precedentes en el peor año del activo en su historia.

Todo ello, después de más de una década vivida bajo un entorno de tipos artificialmente bajos debido a las políticas monetarias, excepcionalmente laxas, de los Bancos Centrales. La llegada de la pandemia en 2020 con las primeras presiones en los precios se intensificó de forma extraordinaria con el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania y los efectos que ha tenido sobre el coste de la energía y el resto de bienes. Ante este escenario, lo que tenía que haber sido un proceso progresivo de subida de tipos por parte de los Bancos Centrales se ha acelerado hasta ritmos nunca vistos. La consecuencia ha sido un fuerte repunte en las curvas que ha cogido al mercado con el pie cambiado y ha provocado una agresiva caída en los precios de la renta fija.

¿Por qué se produce este fenómeno?

Se produce al calor de las políticas monetarias tensionadas de los Bancos Centrales por la escalada continuada de los precios. A medida que los datos de inflación comiencen, como ya han hecho, a presentar signos de moderación, el discurso del BCE se irá haciendo también más moderado y esto debería permitir cierta relajación de los tramos cortos de la curva que están extraordinariamente tensionados.

¿2023 va a ser el año de la renta fija?

Por primera vez en mucho tiempo, los inversores conservadores tienen alternativas de inversión. Durante los últimos 10 años hemos vivido en un entorno de tipos 0 o negativos, donde para tener una rentabilidad positiva, bien había que irse a la renta variable o dentro de la renta fija nos teníamos que fijar en emisores de calidad crediticia baja, con el riesgo que eso implica, o invertir a plazos muy largos.

De cara al 2023 los activos de renta fija a corto plazo presentan una buena oportunidad de inversión, ya que estamos en niveles de tipos oficiales no vistos desde el 2009 y seguirán subiendo, aunque quizás de una forma más moderada . Podremos conseguir retornos positivos interesantes sin asumir riesgos importantes y las reinversiones de los vencimientos se realizarán a tipos más altos con cada subida del Banco Central Europeo.

Estamos ante una oportunidad única. Con un horizonte de inversión muy reducido, de apenas un año, podemos aspirar a retornos con un nivel de riesgo mínimo.

Dentro de los emisores a corto plazo, la deuda privada puede ser interesante frente a la pública ya que todavía existe un diferencial bastante interesante y el riesgo de contrapartida en el corto plazo se reduce considerablemente.

En plazos a medio y largo plazo, aunque los tipos ya han subido considerablemente, todo dependerá de la eficacia de los Bancos Centrales a la hora de controlar la inflación y de su política de Quantitative Tightening (Endurecimiento Cuantitativo): herramienta de política monetaria contractiva para disminuir la cantidad de liquidez o masa monetaria en la economía.

En deuda emitida por las empresas, tanto en las emisiones con grado de inversión (Investment grade) como en las de alto rendimiento o high yield, encontramos oportunidades. Entre el 3,5 % y el 5 % en las de alta calidad y por encima del 7 % en deuda de baja calidad crediticia. Los beneficios en ambos activos son elevados, siendo necesario movimiento de una magnitud importante para que tengamos retornos negativos en los próximos 12 meses. No obstante, la selección de emisores tiene que ser rigurosa, ya que una política monetaria agresiva para controlar la inflación puede acabar en un entorno de recesión económica. Aquí favoreceríamos a emisores bien capitalizados y con capacidad de generar liquidez en ciclos de bajo crecimiento, ya que esta va a reducirse con un Endurecimiento Cuantitativo y se va a encarecer con las subidas de tipos, pudiendo llevar a compañías muy dependientes de financiación externa a tener dificultades. Las inversiones en este tipo de compañías serían las que habría que evitar, ya que estarían en desventaja a la hora de afrontar un ciclo económico desfavorable.

Por último, hay que señalar que, ante un parón en la subida de tipos oficiales, las oportunidades en deuda pública, que ya ofrece rendimiento con riesgo casi nulo, serán mayores, ya que sería un activo refugio ante una posible recesión económica.

¡Deja que la renta fija vuelva a brillar en tu cartera este 2023!


Este artículo ha sido redactado sin ánimo de exhaustividad y con efectos meramente informativos por Santander Asset Management, sin que el mismo suponga ningún tipo de asesoramiento o recomendación por parte de Open Bank, S.A. Open Bank, S.A. declina cualquier responsabilidad por la emisión del presente artículo.

Este documento contiene información recopilada de varias fuentes. La información contenida en el presente documento puede haber sido recopilada de terceros. Todas estas fuentes se consideran fiables, si bien la exactitud, integridad o actualización de esta información no está garantizada, ni de forma expresa ni implícita, y está sujeta a cambios sin previo aviso por Santander Asset Management.