Cuando hablamos de que algo es "fijo", todos tendemos a pensar en que es algo que va a permanecer de ese modo, que no va a moverse. Sin embargo, en inversión, cuando hablamos de renta fija, esto no es exactamente así, ya que las inversiones en renta fija pueden fluctuar.

Los activos de renta fija, según la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), se corresponden con un "amplio conjunto de valores negociables que emiten las empresas y las instituciones públicas, y que representan préstamos que estas entidades reciben de los inversores"1. Como en todos los préstamos, a cambio de recibir estos créditos, los emisores abonan un interés.

Precisamente a ese interés que abona el emisor se le denomina "cupón". Normalmente, el importe de los pagos periódicos de los cupones (trimestrales, semestrales o anuales) se conocen desde el momento de la emisión y suele ser fijo -aunque en algunas modalidades es variable-2. De ahí que se piense que la renta fija no fluctúa, ya que si se mantiene la emisión hasta vencimiento (salvo impago por parte del emisor), el inversor sabe lo que va a recibir y, por tanto, la rentabilidad de la inversión. Es por ello que, a veces, se asocia la renta fija con inversión segura.

Riesgos de la renta fija

Pero esto no es exactamente así, ya que la renta fija afronta diferentes riesgos3 y, además, el precio de nuestros bonos puede variar si se quieren vender antes de vencimiento en el mercado secundario. Es lo que se puede denominar "riesgo de mercado" y consiste en la posibilidad de que los valores coticen por debajo del precio que pagamos por ellos. Las fluctuaciones de precios de la renta fija cotizada dependen sobre todo de la evolución de los tipos de interés, de las circunstancias de mercado y de las condiciones económicas generales.

¿Por qué afecta la variación de los tipos de interés a la renta fija?

Para entender este concepto, lo primero que hay que explicar es que el precio de los bonos se mueve en sentido inverso al que lo hacen los tipos de interés. "Cuando suben los tipos de interés, el precio de la renta fija ya emitida baja y cuando bajan los tipos de interés, el precio de la renta fija viva aumenta", detalla CNMV4. Así, cuando un inversor adquiere un activo y quiere venderlo en el mercado secundario antes de su vencimiento, si en ese periodo los tipos han subido obtendrá una rentabilidad inferior a la esperada y, dependiendo de esa variación, podrá sufrir pérdidas. Por el contrario, si se han producido descensos en los tipos de interés, le reportarán rentabilidades superiores a las inicialmente previstas.

La explicación radica en que cuando las nuevas emisiones pagan tipos más altos, los precios de las ya existentes caen, ya que los inversores "solo estarán dispuestos a comprarlas si su precio se reduce, de modo que garantice al comprador una rentabilidad equivalente a la de las nuevas emisiones", subrayan desde el regulador5.

¿Qué es la duración de la renta fija?

Para medir dicha sensibilidad de los bonos a la variación de los tipos de interés se utiliza la duración. Como ya contamos en este artículo sobre la renta fija, la duración es la media del vencimiento ponderado de todos los flujos de caja (cupones) del activo. Es decir, expresa en años cuánto tiempo tardarán los flujos de caja de ese bono en ser pagados6. Una mayor duración implica un mayor riesgo ya que, ante posibles subidas o bajadas de los tipos, el precio variará con mayor intensidad7. No obstante, conviene no confundir vencimiento (que es el tiempo que falta hasta que el emisor devuelva al inversor su capital inicial) con la duración ya que, como acabamos de comentar, esta incluye todos los pagos que el inversor recibirá -como los cupones periódicos- además de la devolución de la inversión inicial.

Riesgos de liquidez y crédito

No obstante, el de mercado no es el único riesgo que afrontan los activos de renta fija. También existen el riego de liquidez, es decir, la posible pérdida que se produzca porque no se encuentre comprador en el mercado secundario, llegando incluso a no poder venderse el bono, y el riesgo de crédito, que es el que se asume en caso de que el emisor no pueda hacer frente al pago de la deuda8.

Para evaluar el riesgo de crédito se utiliza como indicador la calidad crediticia o rating9, en el que las agencias de calificación10 miden la capacidad de una empresa para hacer frente a sus obligaciones financieras a corto y largo plazo. Normalmente, a los emisores con menor solidez financiera (peor rating) se les exigen rendimientos superiores, para compensar así el mayor riesgo que se asume.

Por tanto, en el caso de la renta fija corporativa, es conveniente analizar el diferencial crediticio o spread, que mide la diferencia de rendimiento (en puntos básicos) entre bonos de un vencimiento similar, pero con diferente calidad crediticia. Normalmente, se calcula como la diferencia entre el rendimiento de un bono corporativo y su índice de referencia, que suele ser un bono soberano (emitido por un país), que actúa como tipo libre de riesgo. De esta forma, el diferencial de crédito sirve como guía para conocer el riesgo adicional que asumen los inversores cuando compran deuda corporativa frente a deuda pública del mismo vencimiento11.

En resumen, la inversión en renta fija no es tan fija como su nombre indica a priori, ya que su precio fluctúa en el mercado secundario. Además, la rentabilidad no está tan asegurada como a veces se cree, ya que en su evolución influyen diversos factores, como la evolución de los tipos de interés o de los diferenciales de crédito.


Publicado el 23 de septiembre de 2022

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11Credit spread - Fixed income (robeco.com)