Se habla mucho de qué es ser una persona agradable, y lo solemos equiparar a amable, y en alguna definición hasta grato o simpático/a. La RAE define agradar con 3 verbos: complacer, contentar y gustar.

En esta sociedad tan marcada e influenciada por la imagen, agradar es algo aspiracional que nos ayuda en nuestras interacciones diarias y en el concepto que el mundo tiene de nosotros – tanto en la esfera personal como en la profesional – además de contribuir a mejorar nuestra imagen personal.

Agradar no sólo va de palabras, o al menos no estrictamente de contenido, y en ese objetivo de ser más amables, agradables y, en definitiva, de gustar más, tenemos que inevitablemente hablar de cuerpo, especialmente de expresión corporal y facial.

Sabemos que la comunicación no verbal no es un traductor de elementos corporales, no hay por tanto un diccionario de gestos ni posturas que nos digan exactamente qué debemos resaltar, pero sí podemos inferir qué podemos potenciar. Lo que sí está claro, es que lo que transmitimos sin palabras importa, y, sobre todo, impacta en los demás, especialmente en su valoración sobre nosotros.

Comunicación no verbal para agradar a los demás: ejemplos y elementos

Si hablamos de la definición de alguien amable todos pensamos en un elemento del rostro quizá indiscutible, la sonrisa. Dice Carney Landis1 que la sonrisa es un reflejo natural a experiencias, especialmente a las gratas, es signo de aprobación y elemento fundamental de conexión entre personas. Es un elemento de comunicación no verbal muy importante para agradar, pero ni hay un solo tipo de sonrisa, ni todas las sonrisas son iguales. Se estima que hay 19 formas o maneras anatómicamente posibles de sonreír2, aunque que sólo una de ellas es la llamada sonrisa auténtica.

También es conocida como la n sonrisa Duchenne en honor al neurólogo y experto en fotografía clínica Guillaume Duchenne de Boulogne, cuyos estudios demostraron que este tipo de sonrisa es la que conecta de forma real y natural con la emoción positiva y agradable de la alegría. Se produce con la contracción de los músculos cigomático mayor y “orbis ocularis” o músculo inferior del contorno del ojo, e implica el cierre parcial y arrugas alrededor de los ojos, si no hay cierre de ojos y arruguitas en el contorno, estaremos hablando más de una sonrisa social. Según Alan y Bárbara Pease3, deberíamos sonreír siempre, porque, además, es contagioso.

La mirada

Otro elemento de comunicación no verbal es la mirada. Forma parte de la proxémica y habitualmente suele ser el primer contacto con los demás, ya que, antes de tener interacción física con alguien, siempre nos aproximamos primero a otras personas de forma visual. Las miradas más impactantes siempre son las directas a los ojos, esas son las que decimos que generan vínculo. Desviar la mirada o no mirar cuándo nos miran puede interpretarse como desinterés e indiferencia, aunque también puede ir unido a emociones como vergüenza o a sensaciones como inestabilidad o indecisión.

Dentro de la mirada, es inevitable hablar de la pupila. Algunas emociones básicas como miedo y sorpresa provocan, entre otros efectos, dilatación pupilar y apertura de los ojos por encima de su tamaño habitual. En general cuando algo nos agrada, nuestra pupila se dilata y al contrario, cuando no nos gusta se contrae, al menos eso afirma uno de los mayores estudiosos del tema Eckhard Hess4. Sea como fuere más allá de valoraciones, los ojos son una tremenda fuente de información.

La postura corporal

Y por supuesto, nuestra expresión corporal en general y nuestra postura en particular es fundamental. Conectamos más y mejor con posturas abiertas, donde dejamos el pecho al descubierto, sin barreras corporales que nos separen de los demás, posturas flexibles sin tensiones especialmente en articulaciones que sugieran defensa, posturas, en definitiva, que inviten al acercamiento y a la bienvenida.

El contacto físico

Siempre hay un “superpoder” en el contacto físico, nada genera más confianza, unión y vínculo que los toques suaves y sutiles en brazos, codos, hombros... siempre, por supuesto, dependiendo del tipo de relación, el contexto y el entorno social y cultural. El saludo cercano, no invasivo pero cálido en personas con poco trato, y el abrazo con las personas con las que hay una relación más personal tienen un increíble poder para generar seguridad y confianza.

Phyllis K. Davis5, experta en comunicación no verbal interpersonal, dice que el tacto interviene en la comunicación humana de forma fundamental, e indica que es una herramienta valiosísima para lograr conectar emocionalmente con los demás, y que, además, nos ayuda a comprendernos a nivel profundo en todo tipo de relaciones: familiares, personales y también profesionales.

La voz

Otro aspecto fundamental para agradar pasa por entender que agradar no va sólo de qué decimos, es decir de palabras o contenido, también influye, y mucho, cómo decimos las cosas, es decir, los matices de nuestra voz. Un tono entendible bien enfatizado, un volumen adecuado al contexto y al interlocutor y acorde al discurso, prosodia o emoción en las palabras como vía de conexión y un ritmo que permita despertar la atención del interlocutor. Daniel Goleman, referente del concepto Inteligencia Emocional, nos recuerda que la voz está relacionada directamente con nuestras emociones, dime cómo hablas y te diré cómo te sientes6.

Recuerda, tu cuerpo es un instrumento muy valioso para conseguir tu mejor versión.


1Landis, C. (1924). Studies of Emotional Reactions. II. General Behavior and Facial Expression. Journal of Comparative Psychology, 4(5), 447.
2Rulicki, S. (2013). Detective de sonrisas: curso avanzado de comunicación no verbal. Ediciones Granica.
3Pease, A., & Pease, B. (2010). El lenguaje del cuerpo: cómo interpretar a los demás a través de sus gestos. Editorial Amat.
4Hess, E. H. (1975). The role of pupil size in communication. Scientific American, 233(5), 110-119.
5Davis, P. K. (1993). El poder del tacto: el contacto físico en las relaciones humanas. Paidós Ibérica.
6Goleman, D. (2010). Inteligencia social: la nueva ciencia de las relaciones humanas. Editorial Kairós.