En el lenguaje no verbal las manos por sí mismas son lenguaje. Acompañan a las palabras y además los gestos y posiciones que hacemos con las manos son más fiables en un discurso que las propias palabras. Hay un dicho extendido en comunicación no verbal que dice que si a las personas les cortáramos las manos serían mudas, aunque hablaran perfectamente.

El área cerebral involucrada en el lenguaje es el área de Broca, situada en la parte frontal del hemisferio izquierdo, y es la responsable del movimiento de las manos. Por tanto, manos y lenguaje parten del mismo lugar.

El lenguaje no verbal con las manos: hacernos entender en el trabajo

En el trabajo es muy importante que nos entiendan, o mejor dicho, hacernos entender, y las manos pueden jugar un papel muy importante. Acompañar un discurso, una presentación o una ponencia con gestos ilustradores, reguladores y adaptadores, ayuda mucho a que el interlocutor nos atienda y nos comprenda mejor.

Los gestos ilustradores son los que acompañan el discurso y refuerzan lo que decimos con palabras. Los reguladores controlan, abren y cierran frases y las partes de una descripción oral. Y los adaptadores son los que permiten la interacción. Por ejemplo, pedir la palabra, darla, prestar atención o abrir un debate. A todos nos han dicho “adelante” o también “ahora no”, sin palabras.

Enseñar las palmas de las manos siempre transmite transparencia. Si estamos preparando un discurso, intentemos acompañar la parte más sensible con un micro gesto de manos abiertas y con las palmas de las manos hacia el interlocutor, siempre en horizontal.

Las manos escondidas ya sean entre los brazos al cruzarlos o entre las piernas, denotan intención de ocultar y no causa buena impresión. Observemos cuándo los hacemos y en qué contexto nos dirigen gestos o posiciones de cierres u ocultación de manos.

Los gestos que hacemos con los dedos

En el lenguaje no verbal con las manos, los gestos con los dedos son muy reveladores del sentimiento que tenemos hacia otros y del que nos tienen a nosotros los demás.

El dedo pulgar siempre es un dedo colaborativo. Enseñar los pulgares inconscientemente nos sugiere participación. Usémoslo en reuniones, observemos cuando nos enseñan los pulgares porque hay una intención de ayuda y de formar equipo.

El dedo índice es el dedo apuntador. Intentemos evitar apuntar a otros de forma directa y también, muy importante, intentemos no apuntarnos. En comunicación no verbal es el dedo de la culpa.

El meñique es el dedo de la tranquilidad. Las personas mesuradas suelen tocárselo mucho y también podemos utilizarlo cuando nosotros mismos busquemos tranquilidad.

Un estudio de Science of people reveló que los ponentes más influyentes y con mayor capacidad de viralización de las charlas TED, hacían de promedio 400 gestos más con las manos en cada charla que el resto de los ponentes.

Los humanos somos mayoritariamente diestros. El 90 % de las personas somos diestras y aproximadamente un 10 %, zurdos. Además, un 2 % son ambidiestros. La proporción de diestros y zurdos se mantiene en todas las sociedades y culturas, incluso desde hace milenios los descubrimientos arqueológicos muestran restos de huesos neandertales con el brazo y la mano derecha más robustas.

Pese a esto, y como ya hemos explicado en artículos anteriores, por el principio de lateralidad, la mano derecha siempre tiene una connotación más racional y la izquierda más emocional. De hecho, las personas emocionales, pese a ser diestras, usarán mayoritariamente la mano izquierda en sus discursos.

Si queremos dar una imagen de mayor rigurosidad y llegar al hemisferio racional de nuestro auditorio, usemos con más énfasis la mano derecha. Por el contrario, si el objetivo es emocionar, utiliza la mano izquierda.

Recuerda, tus manos hablan.

Si te interesa conocer la posición del cuerpo en la comunicación no verbal en el trabajo, aquí te dejamos el artículo.

Recuerda, no podemos no comunicar.

Publicado el 3 de septiembre de 2020