Durante este mes de marzo tenemos señaladas en el calendario dos fechas importantes de cara a la concienciación del bienestar común y del planeta. El 22 de marzo fue el Día Mundial del Agua y el día 26 la Hora del Planeta… Este último lo recordarás porque el mundo realiza un gesto global, apagando durante una hora las luces de edificios y monumentos como símbolo de compromiso de cara a cuidar, conservar y respetar nuestro planeta como soporte vital.

Un movimiento de solidaridad que nos abre los ojos ante el gran reto de la humanidad en los próximos años. No solo medioambiental, sino también humano, para lograr esa paz y armonía deseada, en la naturaleza y también en las personas.

Así que, qué mejor momento que estos días para proponerte un reto: párate durante unos minutos, reflexiona y haz un balance individual sobre qué estás haciendo tú para dejar un mundo mejor y favorecer un consumo responsable. ¿Reciclo? ¿Utilizo el transporte público? ¿Intento reducir mi huella de carbono? ¿Compro alimentos en el pequeño comercio? ¿Hago un consumo de agua responsable? ¿Apoyo a las causas sociales que más me preocupan?

Hablemos de la economía consciente

Este concepto, que cada vez gana más adeptos, nos ayuda a implementar pequeños cambios en aspectos de nuestra rutina diaria para conseguir ser más sostenibles.

Para empezar a aplicarla debemos desactivar “el piloto automático” y tomar consciencia de lo que ocurre a nuestro alrededor, como la contaminación, o la sequía del campo por la escasez de lluvia.

O, por ejemplo, de cara a ir a hacer la compra al supermercado, casi siempre se suele ir a grandes superficies en las que se puede encontrar de todo. Sin embargo, esto puede llevar a realizar compras copiosas en las que algunos productos se nos acaban caducando. Por eso, al igual que moderamos las compras ‘compulsivas’ durante fechas señaladas como el Black Friday, es mejor no dejarse llevar por las ofertas de algunos productos que a veces no llegamos ni a utilizar. Esto sería un pequeño gesto en nuestro día a día para ir hacia una economía sostenible.

Otro concepto importante es tener en cuenta la cercanía. Comprar en tiendas de al lado de casa, además de darte la opción de ir andando, hace que estreches lazos con gente del barrio, que generes confianza en los demás y, además, colaboras con pequeñas empresas para que sobrevivan en un mundo cada vez más competitivo.

Dentro de la economía consciente existen otras temáticas que nos ayudan a potenciar todas las posibilidades de conseguir un planeta mejor y más próspero. Las economías colaborativas y circulares, basadas en un modelo de intercambio, favorecen la reutilización de productos a través de plataformas de segunda mano, generan cambios en el modelo de consumo, disminuyendo la explotación de materias primas y recursos escasos como el agua y, además, abaratan costes de compra-venta.

En consecuencia, invertir nuestros ahorros en productos que sean ‘conscientes’ y que pongan foco de atención en la preocupación medioambiental y social, orientarán nuestros valores y esfuerzos económicos hacia la preservación de recursos naturales y sociales con el fin de cuidar nuestro entorno y que las generaciones presentes y próximas puedan disfrutarlo. ¿Te animas a que tu rutina y tu economía sea, a partir de ahora, consciente?


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