La gestión de carteras se ha basado tradicionalmente en la asignación de pesos a diferentes activos dentro de las mismas en base a expectativas de rentabilidad y volatilidad. Pero, en los últimos años se está dando paso a un nuevo enfoque en la gestión basado en el análisis de exposición a factores de riesgo (Factor Investing).

En este artículo analizaremos los orígenes de este nuevo enfoque de gestión y cómo se ha llegado a él a través de una evolución en la teoría de diversificación de carteras, así como los principales tipos de factores que se tienen en cuenta bajo este nuevo prisma.

Hasta principios del siglo XX, el nivel de riesgo en las carteras de inversión se modulaba exclusivamente en función del nivel de exposición al mercado (Beta). Cuando las condiciones de mercado y las expectativas de rentabilidad eran más favorables, se incrementaba el nivel de exposición al activo o mercado en cuestión y lo contrario cuando estas empeoraban.

Hacia mediados de siglo, el economista Harry Markowitz desarrolló su Teoría Moderna de Carteras, donde expone cómo maximizar la rentabilidad y minimizar el riesgo mediante una adecuada combinación de activos dentro de una cartera global.

Nada más dar comienzo el siglo XXI, los mercados sufren las correcciones que derivaron del estallido de la burbuja tecnológica, durante las cuales se observó que determinado tipo de inversiones en activos alternativos (como Hedge Funds, Private Equity e inversiones inmobiliarias), registraron un comportamiento favorable y totalmente descorrelacionado del experimentado por los activos tradicionales. Damos un paso en la teoría de diversificación de carteras mediante la inclusión de las inversiones alternativas como complemento a las tradicionales.

Llegado el año 2008, vuelve a estallar una burbuja, en este caso la inmobiliaria y de crédito, durante la cual los activos alternativos no solo no diversificaron, sino que incluso magnificaron las caídas experimentadas por los tradicionales. La explicación es que había un factor de riesgo común que podía condicionar el comportamiento de todos ellos: la liquidez.

Los factores de riesgo son a los activos como los nutrientes a los alimentos. Son elementos comunes que condicionan el comportamiento de todos ellos con independencia de la naturaleza de los mismos, ya sean de renta fija, variable, divisas o materias primas. Comienza a partir de entonces a hablarse de diversificar carteras, no tanto en base a activos como a la exposición de las mismas a “factores de riesgo”.

Podemos distinguir dos grandes categorías de factores:

1.Factores Macroeconómicos: Crecimiento del PIB, Inflación, Política Monetaria, desempleo y tipos de interés.

2.Factores de Estilo de Inversión: Tamaño/liquidez, volatilidad, momentum, calidad (quality) y los más conocidos: valoración (Value) y crecimiento (Growth).

En los últimos años, la exposición de una cartera de renta variable a uno u otro factor de riesgo puede haber sido determinante en el comportamiento de la misma, dado que un entorno dominado por bajos tipos de interés ha favorecido a las compañías con sesgo crecimiento que predominan, entre otros, en el sector tecnológico.

Fuente: elaboración propia de Santander Asset Management con adaptación creativa de Openbank

En Santander Asset Management, a través de su equipo de Inversiones Cuantitativas, buscan soluciones alternativas a las herramientas de gestión que se han venido usando de forma tradicional. ¿Estaban mal? ¿Eran erróneas? ¡En absoluto!… Pero podemos buscar versiones diferentes y más sofisticadas. En estos años la capacidad de los ordenadores ha tenido una evolución inimaginable y gracias a ello tenemos en consideración muchos riesgos que anteriormente no eran evidentes y que estaban afectando a las carteras de los fondos. Es por ello que ahora podemos aislar los sesgos factoriales y utilizarlos de manera eficiente de cara a la selección de valores en las carteras de renta variable, convirtiendo un riesgo en una ventaja. Esto nos permite analizar, construir y diversificar carteras añadiendo una nueva dimensión a la tradicional selección de activos y sectores.

En definitiva, el factor investing es la mejor forma de identificar y entender las fuentes de generación de rentabilidad y de riesgo que explican el comportamiento de las carteras y, además, es la mejor forma de seleccionar de manera intencionada aquellos factores de riesgo a los que se quiere tener exposición y descartar aquellos a los que no.

La correlación entre factores es mucho más estable, lo que permite analizar cuáles son los beneficios que se logran a través de la diversificación, lo que con los activos tradicionales es más complicado.

Añadir, además, primas de riesgo permite sumar sus rentabilidades individuales sin incrementar el riesgo debido a que las primas de riesgo entre sí tienen correlaciones muy bajas o incluso negativas.

En resumen, esta evolución en la gestión permite fundamentalmente tres cosas: incrementar la rentabilidad, reducir el riesgo de las carteras y aumentar la diversificación.

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Publicado el 24 de febrero de 2021

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