Ser un inversor pasivo no significa no ser activo en ESG. Hasta hace algún tiempo, la mayor parte de las inversiones con criterios ESG (ambientales, sociales y de buen gobierno) se realizaban a través de vehículos de inversión de gestión activa. Sin embargo, la tendencia se está equilibrando y cada vez son más los inversores que invierten con criterios sostenibles también a través de la gestión pasiva. Y es que la realidad es que los objetivos ESG se pueden lograr a través de ambas vías.

En la práctica, la modalidad de inversión elegida (activa o pasiva) no determina la consecución de los criterios ESG, sino que esto depende del fondo en cuestión, su política de inversión, los criterios y filtros que aplica, en el caso de los indexados el índice subyacente en el que invierte y, sobre todo, de la gestora que comercializa el fondo y su activismo y compromiso con la inversión sostenible. Por tanto, hay algunas cuestiones que merece aclarar:

  1. Voto en las juntas de accionistas. Los inversores en fondos indexados tienen los mismos derechos de voto que los inversores en fondos de gestión activa. El ejercerlos más o menos activamente depende de la gestora del fondo indexado, pero hay que tener en cuenta que el elevado volumen de activos bajo gestión con el que cuentan los fondos pasivos los sitúan en un lugar privilegiado para presionar a las compañías y fomentar un cambio a largo plazo respecto a los criterios ESG. Por tanto, invertir en gestión pasiva no tiene por qué significar tan solo replicar un índice.

  2. Amplia gama disponible. En los últimos años, la oferta de fondos pasivos con criterios ESG ha aumentado exponencialmente, impulsados por la demanda de los inversores. Así, la amplia gama disponible actualmente permite seleccionar el vehículo que replique el índice que mejor se adapta a nuestra visión ESG en función de su construcción. Conscientes de esta situación, los proveedores de índices también han acelerado la creación de índices con estas características y actualmente es posible encontrar índices relacionados con múltiples variantes de la sostenibilidad, como el clima, los bonos verdes, etc.

  3. Opciones en renta fija. Otro mito que existía hasta hace poco tiempo es que solo se podía invertir con criterios ESG a través de renta variable, pero eso tampoco es así. Cada vez hay más fondos indexados ESG de deuda, por lo que el subyacente tampoco puede convertirse en una excusa. Es totalmente posible aplicar criterios ESG a los índices de deuda corporativa.

  4. Coste de la inversión y rentabilidad. En torno al coste de invertir con criterios ESG se ciernen dos debates. Por un lado, que es menos rentable, lo cual ha quedado demostrado por numerosos estudios que no es así y que incluso, durante la reciente crisis de la COVID-19, los productos ESG han demostrado su resiliencia tanto en términos de flujo como de rentabilidad. Y, por otra parte, que acarrea unos costes más elevados. En el caso de la inversión pasiva, que tiene como una de sus características fundamentales su bajo coste, esto tampoco es cierto y supone una forma sencilla y económica de acercar la inversión ESG a los inversores.

Por tanto, queda claro que los inversores pasivos también pueden plasmar sus valores personales en sus inversiones sin perjuicio en su rentabilidad y que deben pedir a las gestoras de los fondos que tengan un papel activo en las compañías en las que invierten para intentar construir una sociedad y un entorno más sostenible.


Publicado el 18 de abril de 2022

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