El panorama de la inversión sostenible es complicado y, a menudo, confuso en su terminología. Un marco simple puede ayudar a evaluar la intención y el éxito en su ejecución.

Analizando los conceptos que hay detrás de la inversión responsable y sostenible

Existe una amplia terminología utilizada para describir los fondos que tienen un propósito en común. Ese propósito suele describirse como algo que va más allá de la simple rentabilidad financiera. De hecho, se trata de comprender los efectos de una inversión, de evitar algunos efectos o posicionarse positivamente hacia otros. El impacto en la rentabilidad es una cuestión aparte que se relaciona con un análisis de coste-beneficio de dichos efectos. El marco que se expone a continuación permite a los inversores diferenciar entre los fondos por sus criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG).

El marco ABC

El marco procede de la guía de clasificación de inversiones del Impact Management Project. (Deberíamos poner un asterisco y explicar quiénes son: Foro para construir un consenso global sobre cómo medir y gestionar los impactos). Establece un ABC que permite a los inversores alinear sus inversiones con sus intenciones: "Actuar para evitar el daño", "Beneficiar a los stakeholders" y "Contribuir a las soluciones".

"Actuar para evitar el daño" abarca muchos de los productos tradicionales que existen en el mercado. Históricamente, el daño se consideraba un juicio de valor: los fondos éticos se basaban en una lista de exclusiones que dependían de lo que el inversor determinara como daño, basándose en principios éticos o morales. Gradualmente, evitar el daño evolucionó para incluir la evaluación basada en el riesgo de las actividades de una empresa desde la perspectiva ESG. Muchos gestores de cartera hablan de integrar los factores ESG en el proceso de inversión, lo que puede significar simplemente tener conciencia de los riesgos. Los fondos de la categoría A van más allá, tratando de evitar las empresas en las que esos riesgos se consideran demasiado elevados o que tienen efectos negativos a los que, por razones éticas, los inversores no quieren exponerse.

"Beneficiar a los stakeholders" va un paso más allá. Como mínimo, exige que los inversores eviten el daño, pero también busca que consideren los impactos positivos. Las empresas de esta categoría se clasificarían como líderes en materia de ESG o líderes sostenibles, pero es importante distinguir entre las que lideran en la gestión del riesgo y las que lideran en la obtención de resultados positivos. Para ilustrar la diferencia, consideremos una empresa como Inditex, empresa internacional de fabricación y venta de ropa. Minimizar el riesgo significaría considerar las prácticas de seguridad y derechos humanos en la cadena de suministro, así como las prácticas de eficiencia en el uso del agua y la energía. Beneficiar a los stakeholders tendría en cuenta su objetivo de tener el 25 % de las prendas bajo la marca sostenible Join Life para 2020. Este es un área emergente dentro del ESG o de la inversión sostenible, que cuenta además con un potencial significativo. Reconoce que la sostenibilidad no es sólo una cuestión de riesgo: crea oportunidades para las empresas. Hay oportunidades de crecimiento estructural que pueden ser aprovechadas, así como oportunidades para mejorar las cadenas de suministro de manera que se cree una ventaja competitiva a largo plazo.

"Contribuir a la solución" se basa en la consideración de los impactos positivos, pero requiere que el impacto global de la inversión constituya un resultado positivo significativo para el planeta o para una población que de otro modo no recibiría los servicios necesarios. Esto se conoce generalmente como inversión de impacto. Inditex puede estar avanzando hacia un modelo más sostenible, pero el propósito de su negocio es vender ropa, no contribuir a la solución de los problemas del mundo. Esta categoría de inversiones incluye los proyectos que empiezan con dicha intención, generalmente enmarcada dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG) de la ONU. Pero requiere más que la intención. La medición y cuantificación de los resultados son elementos importantes de la inversión de impacto, y uno de sus mayores desafíos. Los inversores deben desempeñar un papel importante en el compromiso con las empresas y han de alentarlas a proporcionar mejores datos que permitan una mejor medición de los resultados. Esta categoría también tiene que ver con la oportunidad, pero va más allá de beneficiar a los stakeholders: está dirigida a los inversores que desean contribuir a abordar los desafíos del mundo a largo plazo. Por ejemplo, Kornit Digital opera dentro de la cadena de suministro de prendas de vestir utilizando tecnología de impresión sin desperdicio de agua y con una baja huella de carbono. Esto está relacionado de forma directa con el ODS 6 relativo a la gestión sostenible del agua.

Resumen

El marco ABC debe ser visto como una escala. No hay una línea clara en la que termine la minimización del riesgo y empiece el beneficio a los stakeholders o la contribución a la solución. Lo importante es que ofrece a los inversores una herramienta para ver más allá de la etiqueta de una cartera como "ética", "responsable" o "sostenible" y para tratar de entender el objetivo que busca la cartera. Esto permite al inversor alinear sus propias intenciones con sus inversiones. Los flujos hacia los fondos ESG, sostenibles y de impacto, han ido en aumento, pero persiste la confusión sobre las diferencias entre ellos. Analizar los fondos en función de su intención puede ayudar a distinguirlos por su propósito. Comprender el propósito también permite un mejor análisis de los resultados, y la medición de esos resultados será crucial para comprender cómo se relacionan con la rentabilidad financiera.


Publicado el 23 de septiembre de 2020

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