Ya lo decía Rubén Darío en uno de sus más célebres poemas: Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!, y aunque el escritor nicaragüense no se refería precisamente a la inversión, esta máxima también puede aplicarse a este campo, ya que la edad es un factor a tener en cuenta a la hora de invertir. Las razones son diversas, pero tienen un denominador común y es que el tiempo es un aliado que juega a favor.

Por una parte, comenzar a invertir desde joven permite poder asumir un mayor riesgo de inversión. Es evidente que cada persona tiene una tolerancia al riesgo diferente y no conviene generalizar, pero invertir con un horizonte temporal mayor, es decir hacerlo a largo (o muy) largo plazo facilita ser menos conservador, ya que permite compensar las posibles caídas de los mercados durante todo ese tiempo.

Es la teoría sobre la que se basa por ejemplo el denominado sistema de ciclo de vida de los planes de pensiones, que otorgan un mayor peso a la renta variable en la cartera cuanto más joven es una persona, mientras que las inversiones son más conservadoras cuando se acerca la edad de jubilación. Replicar este modelo, independientemente de que se haga a través de un plan de pensiones o de otro producto de inversión, facilita maximizar las ganancias.

Comenzar a invertir en la juventud también contribuye a reducir el esfuerzo inversor. Si para conseguir un determinado objetivo se dispone de un horizonte temporal mayor, la cuantía anual destinada a la inversión también puede ser menor. Asimismo, permite aprovechar también las ventajas del interés compuesto.

Ser joven no exime, sin embargo, que se conozcan los riesgos asociados a una inversión por lo que conviene tener en cuenta ciertos aspectos:

  • Todas las inversiones conllevan riesgos.
  • No se debe invertir la totalidad del patrimonio disponible, ni tampoco hacerlo en un solo producto financiero. Es clave diversificar.
  • Cuidado con las rentabilidades muy llamativas. Como decían los abuelos, nadie da duros a cuatro pesetas. Es decir, puede que tengan un nivel de riesgo demasiado elevado o directamente que no sea verdad.
  • El asesoramiento profesional es clave para una buena inversión.

Algunas entidades financieras cuentan con profesionales y aplicaciones o funcionalidades que facilitan la labor de invertir. En este sentido, ofrecen desde la posibilidad de invertir en carteras adecuadas al perfil de riesgo e incluso en invertir por objetivos para facilitar la labor del inversor. Asimismo, los gestores de carteras automatizados son de gran ayuda, ya que realizan la asignación de activos y los cambios para adaptarse a las circunstancias del mercado en cada momento, sin tener que estar pendientes.


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