Volvemos a recuperar nuestro rostro en público de forma completa. El pasado día 20 de abril dejó de ser obligatorio el uso de mascarillas en la mayoría de espacios interiores, entre ellos también los centros de trabajo. Esto, además de cierta liberación después de 2 años viéndonos el rostro de forma parcial, tiene consecuencias positivas para nuestra inteligencia emocional, ya que podemos identificar mucho mejor qué sienten y cómo se sienten las personas con las que nos relacionamos.

Dice el refranero español que “la cara es el espejo del alma”, y tanto la ciencia en general como la comunicación no verbal en particular han venido a confirmar este dicho popular.

Paul Ekman, psicólogo y uno de los mayores investigadores de la expresión emocional través del cuerpo, confirmó tres postulados fundamentales que ya había enunciado Charles Darwin, allá por 1.872, en su libro “La expresión de las emociones en el hombre y los animales”. El primero fue que las emociones básicas o primarias son innatas, es decir, nacemos con ellas; el segundo es que son universales y, por tanto, las expresamos de la misma forma todas las personas, independientemente del sexo, raza, edad o cultura; y el tercero es que se reflejan en el rostro humano.
En 1.973, dando un paso más en su investigación, Paul Ekman y Wallace Friesen realizaron la codificación de las diferentes zonas de la cara donde se manifiestan cada una de las 6 emociones básicas, así como su expresión específica. De esta forma podemos interpretar cómo nos sentimos y cómo se sienten los demás observando en detalle el rostro. De esta manera se confirma científicamente que “la cara es el espejo del alma” y que representa nuestras emociones.

Las 6 emociones básicas

Alegría: se manifiesta en los ojos, que se cierran parcialmente, incluso algunas veces de forma total, esta es la denominada sonrisa auténtica, llamada también sonrisa Duchenne, a diferencia de la sonrisa social que se expresa solo en la boca.

Tristeza: hay dos elementos donde ponemos verla reflejada. El primero es el arqueo de la boca hacia abajo, como simulan los emoticonos. El segundo es la elevación de la parte interior de las cejas de forma acompasada.

Miedo: se expresa con la relajación del párpado inferior, permitiendo la apertura del ojo de una forma tan amplia que permite ver la esclera o parte blanca del ojo por 3 partes, los dos laterales y la parte inferior (en japonés Sanpaku o tres blancos). Otro elemento que interviene es la boca, que se tensa cerrada en una línea recta.

Sorpresa: se muestra de una forma similar al miedo, los ojos se abren de la misma forma, tanto es así que algunas tribus indígenas como la tribu de los Fore, muy investigada por Ekman, no distinguían miedo y sorpresa. Además, en la expresión de esta emoción la boca se abre reflejando asombro.

Asco: el desagrado, consecuencia del asco, lo notamos en la nariz, que se arruga en una mueca de desaprobación. La cabeza también se aleja de la situación, persona, animal u objeto que rechazamos.

Enfado: esta emoción nos arruga la frente, especialmente el entrecejo con líneas verticales. En caso de ira, o enfado descontrolado, también podemos dejar entrever los dientes, de forma similar a los animales cuando se enfurecen. Por lo que en ocasiones hasta en los animales la cara es el espejo del alma.

En virtud de todo esto, podemos afirmar: dime cómo es tu expresión facial y te diré cuál es la emoción que sientes y qué sienten los demás en tu presencia.


Publicado el 3 de mayo de 2022