Cuánto, cómo y a quién te acercas es una fuente de información y, por supuesto, una vía importante de comunicación. ¿Abrimos nuevas vías en 2023?

Proxémica, del latín proximus (próximo o cercano) es una rama de la semiótica (sistema de signos que intervienen en las interacciones), y también la disciplina de la Comunicación No Verbal que estudia la distancia interpersonal y con los objetos. Deriva en origen de la biomecánica de Aristóteles, que analiza la situación del cuerpo frente al suelo y el entorno.

La manera en que mantenemos contacto con otras personas revela información sobre nosotros, sobre nuestras preferencias y también sobre nuestras intenciones. La distancia comunica, y mucho.

Hay muchas formas de acercarnos, el contacto puede ser físico, más o menos intenso: una inclinación del tronco, un roce sutil, un apretón de manos, una caricia, un abrazo…, y también visual, tener algo o a alguien en el punto de mira, sea bien de cerca o de lejos. Pero ese contacto viene determinado por lo que sentimos, pero también por el entorno, el contexto en Comunicación No Verbal es siempre el que da sentido.

Por norma nos aproximamos a aquello que nos gusta, nos importa, nos atrae, nos agrada. A personas y cosas que nos interesan y significan algo para nosotros. Y nos alejamos de aquello que produce en nosotros el efecto contrario, y esto lo hacemos muchas veces de manera consciente, pero también y de forma permanente de forma inconsciente.

Distancias sociales para cada tipo de relación social

Hay normas sociales por las que regimos las relaciones con otras personas. En los años 60 el antropólogo Edward Hall1 estableció las distancias sociales para cada tipo de relación personal. Aunque para cada cultura hay una norma implícita que guía la forma de relacionarse y cada persona necesita “su” propio espacio personal para sentirse cómodo, Hall detalló los 4 niveles sociales de relación y tipos de distancia genéricas:

  • Distancia íntima: entre 15 y 45 centímetros, se da entre personas con una relación afectiva profunda y de mayor confianza. Propicia el contacto físico estrecho: abrazos, besos.

  • Distancia personal: entre 46 y 120 centímetros, suele ser habitual entre personas con una relación de cordialidad y conlleva roces con las manos, toques en brazos, hombros.

  • Distancia social: la famosa distancia del estado de alarma durante la pandemia, entre 1,5 y 2 metros, la solemos mantener con personas con las que no tenemos demasiada relación y en contextos más profesionales, y gestiones diarias: dependientes, clientes, proveedores... va asociado al contacto visual más que al físico.

  • Distancia pública: más de 3 metros, es aquella en la que hablamos normalmente ante un público colectivo, conferencias, clases, presentaciones en el entorno laboral, impide el contacto físico y normalmente conlleva un contacto visual poco estrecho, ya que la mirada está compartida en un espacio muy amplio.

Aunque la pandemia, sobre todo en 2020, estableció reglas diferentes, como evitar el contacto o distancias más amplias (incluso entre personas con relación estrecha), en poco más de dos años hemos recuperado el nivel de contacto físico que teníamos antes. Se vuelven a imponer los besos en el saludo, los abrazos y las colas en los supermercados sin la distancia de 2 metros.

La cercanía física ayuda a la cercanía mental y emocional, acercarnos (sin invadir espacios ni incomodar), es una cualidad de liderazgo que nos permite conectar con otras personas, permite generar vínculos y también mantenerlos. Además de fomentar la confianza, ayuda a generar empatía, ya que las neuronas espejo se activan fundamentalmente cuando nos miramos2.

Vivimos en una sociedad donde tendemos a mirarnos poco y tocarnos mucho menos, donde triunfan las relaciones a y con distancia, y las interacciones online, tanto en nuestra vida profesional como en la personal. Las redes sociales propician relaciones personales y sociales muy distantes y las plataformas de videollamada permiten desarrollar colaboraciones laborales, no solo sin contacto físico, sino sin ni siquiera mirarnos, ya que permiten no poner la cámara. Compañeros, jefes, clientes interactúan a diario sin apenas contacto.

Quizá este inicio de año lleno de propósitos, retos y metas sea un buen momento para reflexionar sobre cuánto influye esta distancia física en la lejanía emocional, sobre cómo dificulta las relaciones y nos impide entender realmente a los demás.
Por un nuevo año de cambio de patrones, que propicien crear climas de colaboración y entornos mucho más cordiales, amables y agradables. La cercanía aporta seguridad, tranquilidad, nos hace más empáticos y, en definitiva, más humanos.

¿Y si en este nuevo año probamos a mirarnos un poco más y un poco mejor?


1Hall, E. T. (1963). A system for the notation of proxemic behavior. American anthropologist, 65(5), 1003-1026.
2Breithaupt, F. (2011). Culturas de la empatía. Katz Editores.