Un inversor puede formarse mucho antes de comenzar a tomar decisiones financieras, pero lo cierto es que es imposible que las tome todas de una forma racional y crítica, como ocurre con cualquier otro aspecto de la vida. Las emociones también influyen a la hora de invertir y en ocasiones pueden llevar a tomar malas decisiones por el miedo a perder la inversión, especialmente en momentos de incertidumbre.

La ciencia que lo estudia recibe el nombre de economía conductual o behavioral finance1, un campo que cada vez gana más importancia. Así lo demuestra el hecho de que en 2002 y en 2017, respectivamente, el catedrático de psicología Daniel Kahneman2 y el economista Richard H. Thaler3 recibieron sendos premios Nobel por su estudio de esta materia y de la toma de decisiones en entornos de incertidumbre.

Esta disciplina estudia la toma de decisiones económicas de los ciudadanos no solamente desde el ámbito de la economía, sino aportando conocimientos de la psicología, las neurociencias, la antropología o la sociología.

Sesgos en las decisiones de inversión

Esta disciplina considera que en la toma de decisiones económicas tienen mucho que ver las emociones y la intuición y que no todas las elecciones se toman a partir de un proceso analítico y controlado. Y esas emociones están influenciadas por ciertos sesgos4.

La CNMV identifica doce sesgos que influyen a la hora de abordar decisiones de inversión y que pueden llevar a tomarlas de forma poco racional. Para evitarlo, es importante conocerlos y aplicar estrategias para mitigarlos.

Entre ellos, se encuentran el exceso de confianza (que ocurre cuando se sobrevaloran los propios conocimientos u opiniones), la ilusión de control (se considera que se puede influir en algo sobre lo que no se tiene control), la confirmación (se interpreta una información modulándola para que corrobore las propias convicciones), el anclaje (se da más importancia a la primera información que se recibe que a cualquier otra, aunque haya alguna que sea totalmente contraria) y la autoridad (se sobrevaloran las opiniones de determinadas personas sin cuestionarlas).

También está el efecto halo, que es muy frecuente en el mundo de la inversión, y que ocurre cuando se califica un producto como bueno o malo teniendo en cuenta solo un dato de este. Por otro lado, tenemos la prueba social, que consiste en imitar lo que hace otra persona porque se cree que está bien.

Aversión a las pérdidas: sobrerreaccionar

Otro de los sesgos más comunes que cita la CNMV es la aversión a las pérdidas, que puede llevar a muchos inversores a sobrerreaccionar y a poner en riesgo sus ganancias. Por ejemplo, cuando venden sus acciones tras recibir una noticia negativa sobre una empresa a la que están expuestos o las compran al creer un rumor positivo sobre la compañía.

También puede ocurrir en momentos de incertidumbre, en los que acontecimientos geopolíticos o de otra índole que afectan a la evolución de los mercados. En esos momentos es muy habitual que los inversores, especialmente los menos experimentados, sean presas del miedo y reaccionen exageradamente, aunque sea a costa de perder una posible plusvalía o directamente parte de su inversión por miedo a quedarse sin nada. Ocurre en la actualidad. La pandemia, la guerra de Ucrania, la inflación, las decisiones de los bancos centrales... Los acontecimientos de los últimos tres años han sometido a los mercados a muchos vaivenes, lo que ha puesto nerviosos a muchos inversores.

Estos, con la intención de mitigar el riesgo, tienden a vender sus acciones sin pensárselo mucho, o a colocar su dinero en los conocidos como "activos refugio". Una iniciativa que, si se produce de forma masiva, puede influir en el precio de los activos.

Los otros sesgos que identifica el supervisor de los mercados son el statu quo (que ocurre cuando se toma como referencia la situación actual y cualquier cambio respecto a ella se considera una pérdida), la predisposición al optimismo (cuando pesa más la positividad que el realismo) y la falacia del coste hundido (se mantiene una inversión que está dando pérdidas por el miedo a perder toda la inversión inicial).

¿Cómo mantener la calma?

A pesar de que estos sesgos son inherentes a la actividad del inversor, existen algunas estrategias que pueden ayudar a mitigarlos. La CNMV recomienda fomentar la educación financiera, pero también contar con "capacitación específica en la toma de decisiones que se realicen de inmediato y de forma reiterada". Además de mucho entrenamiento para ser capaces de aplicar estos conocimientos en el momento de tomar una decisión de inversión.

El supervisor también recomienda desarrollar técnicas cognitivas, como analizar los problemas desde distintas perspectivas, moderar el optimismo o diseñar un proceso de toma de decisiones con ciertos pasos que siempre han de seguirse. Además, es aconsejable definir nuestro perfil inversor antes de tomar ninguna decisión, evitar seguir a los gurús o a las modas y no tomar decisiones basadas en rumores.

Y, sobre todo, no dejarse distraer por la variación diaria del valor de nuestra cartera5. No en vano, la volatilidad forma parte del funcionamiento habitual de los mercados, por lo que a lo largo de la vida de una inversión (especialmente si es a largo plazo) es posible encontrarse con varios momentos de inestabilidad. Hay que aceptarlo.

En todo caso, si el inversor no es capaz de mantener la calma a la hora de tomar decisiones financieras, siempre podrá ayudarse de un asesor financiero, que cuenta con la formación y la experiencia adecuadas, ya sea para gestionar su cartera o para ofrecer consejos sobre cómo hacerlo.


1ESIC. Qué es la economía conductual junto a ejemplos
2The Nobel Prize. Daniel Kahneman Facts
3The Nobel Prize. Richard H. Thaler Facts
4CNMV. Psicología económica para inversores
5CNMV. Mecanismos psicológicos que intervienen en la toma de decisiones de inversión

Este artículo ha sido redactado sin ánimo de exhaustividad y con efectos meramente informativos, sin que el mismo suponga ningún tipo de asesoramiento o recomendación por parte de Open Bank, S.A. Para confirmar la información acuda a fuentes de información oficiales o consulte con un profesional. Open Bank, S.A. declina cualquier responsabilidad por la emisión del presente artículo.