En algunos contextos, el cisne es un animal que se asocia a belleza, elegancia o majestuosidad. No sucede lo mismo en economía o, al menos, no con los Cisnes Negros. En el plano económico, se denomina así a los sucesos inesperados, que no han sido previstos por los expertos y que, sin embargo, terminan teniendo un impacto significativo, en la mayoría de los casos negativo.

La teoría del Cisne Negro fue expuesta en 2007 por el filósofo e investigador de origen libanés, Nassim Taleb, en el libro homónimo El cisne negro. En él, se describen como ejemplos de cisnes negros: internet, la Primera Guerra Mundial o los atentados del 11 de septiembre. Pero en los últimos años se han registrado otros, como el Brexit o recientemente la pandemia del coronavirus.

¿En qué consiste la teoría de los cisnes negros?

Taleb denominó así a la teoría porque hasta la llegada de una expedición holandesa a Australia Occidental en 1697 se pensaba que todos los cisnes eran blancos, pero a partir de ese momento el término comenzó a utilizarse para denotar que algo que hasta ese momento era impensable podría ser refutado más tarde. Lo que Taleb quiere poner de manifiesto utilizando esta expresión es que los análisis económicos, que normalmente se fundamentan en hechos pasados que se proyectan en el futuro, dejarán de ser válidos en algún momento por la aparición de un suceso imprevisto o cisne negro.

Según el investigador libanés, para que un suceso sea considerado un Cisne Negro debe cumplir los siguientes requisitos:

  • Ser un hecho inesperado, difícil de predecir y que constituya una sorpresa. En el caso de la economía, que no haya sido previsto por el mercado y que, por tanto, no se hayan tomado medidas de protección.
  • Tener un gran impacto en la economía y en la política.
  • Ser predecible de forma retrospectiva. Es decir, una vez que ha sucedido se analiza cómo se podía haber previsto y las causas que lo han ocasionado.

En este sentido, algunos expertos señalan que la pandemia del coronavirus sí se podía haber previsto en base a determinados indicadores cuando la enfermedad dio las primeras muestras de su aparición y por eso no la consideran un cisne negro, sino un Rinoceronte Gris. Este término fue acuñado por Michele Wucker en 2016 y hace referencia a los sucesos que se veían venir, pero a los que nadie se enfrentó. Es decir, es un riesgo evidente que sistemáticamente es ignorado y representa una amenaza que es muy probable que se materialice y tenga un elevado impacto.

Convivir con estos fenómenos en los mercados

Además de los ejemplos anteriormente mencionados, la historia nos ha enseñado que siempre existirán Cisnes Negros (el Crack del 29, La Caída de Lehman Brothers), por lo que es un riesgo al que deben enfrentarse los mercados financieros y que poco se puede hacer para proteger las carteras, dado que no se pueden predecir.

Sin embargo, esto no quiere decir que haya que dejar de hacer análisis o dejar de tenerlos en cuenta a la hora de invertir. Por un lado, los Cisnes Negros no son demasiado habituales y, por otra parte, los análisis de los expertos han demostrado ser de gran utilidad para la construcción de carteras de inversión.


Publicado el 7 de julio de 2020

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