Los inversores más conservadores tienden a optar por la inversión en renta fija, ya que en condiciones normales de mercado suele ser menos volátil que la renta variable. Sin embargo, no quiere decir que esté exenta de riesgos, ni que todas las emisiones de deuda tengan las mismas condiciones.

Como hemos explicado en anteriores artículos, la renta fija es un instrumento de deuda emitido por los estados o por compañías para obtener financiación y, al igual que sucede en un préstamo, a cambio pagan un interés. Uno de los riesgos que entraña la renta fija está derivado precisamente del emisor, ya que existe la posibilidad de que no pueda hacer frente al pago de los intereses y/o no pueda devolver el principal invertido. Para medir este riesgo, las agencias de rating (entidades independientes especializadas en el análisis de las empresas y valores) otorgan una calificación de calidad crediticia, por la que cuanto más elevada es la calificación, menor es este riesgo y, como consecuencia, menor el cupón del bono.

¿Qué es la calificación crediticia?

La calidad crediticia es la capacidad que tiene el emisor de atender las obligaciones de pago, según define el Banco de España1. Las calificaciones crediticias que emiten las agencias de calificación tratan de medir esta calidad crediticia tanto de las empresas como de los instrumentos de deuda. Es decir, tratan de medir la solvencia de los emisores a corto y a largo plazo, de forma que permita a los inversores evaluar el riesgo que se asume. Para ello, las agencias utilizan una escala de calificaciones predeterminadas que sirven de guía al inversor. No obstante, cada agencia emplea una nomenclatura diferente como, por ejemplo, AAA, AA, A, BBB, u otras puntuaciones similares. Las tres grandes agencias de rating y las más utilizadas por los inversores, aunque existen más, son: Standard & Poors, Moodys Y Fitch.

Investment grade vs high yield

A grandes rasgos, y en función de la calificación que reciban, la deuda puede calificarse en dos grandes grupos, aunque existen más: investment grade (grado de inversión) o high yield (grado especulativo o alto rendimiento). Las emisiones y bonos enmarcados en el primer grupo cuentan con un nivel de solvencia elevado. Mientras que los del segundo grupo conllevan más riesgo, debido a que la agencia de rating ha considerado que existen aspectos como que la empresa o el país cuenten con un nivel de deuda elevado, que se encuentren en un sector con problemas, que sus balances no estén saneados, etc. Esto puede ocasionarles más dificultades para hacer frente al pago del cupón, es decir, lo que se conoce como riesgo de impago o default.

El hecho de que conlleve mayor riesgo invertir en bonos high yield propicia que los emisores tengan que ofrecer cupones más altos para atraer a los inversores y compensar el riesgo que están asumiendo. El Investment grade, por su parte, ofrece rendimientos menores y normalmente suelen ser emisiones con plazos más largos, para aprovechar el interés de los inversores. Especialmente, de algunos inversores institucionales, como aseguradoras o fondos de pensiones, que son más conservadores y que tienen que tener en cuenta la regulación a la hora de invertir.

Revisiones de calificación

Que un emisor posea una calificación crediticia no quiere decir que la vaya a mantener siempre. Las agencias realizan revisiones de rating, y si se han producido variaciones en los criterios que evalúan, la calificación puede variar al alza o a la baja. A veces estos cambios son pequeños, pudiendo variar solo la perspectiva, o más grandes. Cabe explicar que las calificaciones a veces van acompañadas de lo que denominan perspectiva positiva o negativa, que es una estimación que hace la agencia de la posibilidad de que se produzca una subida o rebaja de rating en los próximos 12 o 24 meses, basándonos en una serie de criterios analizados (y que varían en función de la agencia).

Sin embargo, las rebajas o subidas de rating pueden llegar a propiciar incluso que un emisor considerado hasta ese momento como investment grade pase a incluirse en la categoría de high yield. A estas empresas se les suele denominar en el sector como fallen angels o ángeles caídos. Por el contrario, la que abandona el grado especulativo y asciende a la calificación de grado de inversión se llama rising star o estrella emergente. Estas revisiones de rating pueden implicar un encarecimiento significativo del coste de financiación de la compañía (en el caso de la rebaja).


1Agencias de calificación crediticia: evolución y cuestiones de política | BdE

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